También barajan otra opción... que me haga cantautora... que tampoco hace falta ser buenísima con la guitarra, y si quiero me dan unas clases. Lo que ellos no saben es que desde el concierto en el salón de actos mi primer año de instituto no he vuelto a cogerla, así es que mi repertorio se limita a algunas de scout, los éxitos de la tuna, el "Dejame" de los Secretos y aquella del tequila que cantaba Antonio Banderas.
El caso es que me da miedo el folio en blanco o no siento esa pulsión que lleva a la gente a escribir, a sacar fuera lo que tienen dentro.
No se como funciona lo de las musas... yo a veces veo canciones por la calle... pero no son mias, las veo con autor... por ejemplo... a Elena Bugedo escribiendo algo bonito de un fotomatón que sale volando, o en contra de los barrenderos que soplan las hojas de otoño... o Luis Quintana a aquella pasta de dientes con forma de estrella que tenía el mismo sabor a infancia que unos chicles de los que me he vuelto adicta.
Otras veces lo que me pasa es que escribo y cuando me paro a analizarlo, estoy copiando a otros, hasta parafraseándoles. Es como esa amiga a la que le digo que su vida es una película... mi vida es una canción... y no los videoclips que me imagino mientras camino escuchando el Ipod (aunque también)... sino historias que me encuentro... anoche en el parque parecíamos salidos de una de Kiko Tovar, aunque en el parque, sin Serrat ni pisotones.
Yo paseaba con Morgan, mi perro, y un chico hacía lo mismo con un jugueton perro de agua español. Como buenos dueños de perros nos saludamos y también intercambiamos los típicos: "es macho o hembra?" "cuantos años tiene?" y alguna anécdota perruna... entonces se agotó la conversación y él optó por darme datos dirigiéndose a su perro, diciendo:
"-Mira Paco, ya estás haciendo amigos nuevos en el barrio."
Pero queriendo decir:
"-Hola chica, soy nuevo en el barrio"
Me resultó simpático pero estaba cansada y no seguí el juego... nos quedamos en silencio, mirando a nuestros perros jugar y corretear el uno detrás del otro... hasta que Morgan, igual de cansado que yo, decidió que era hora de subir para casa...
"-Adiós, que vaya bien"
"-Hasta otro día"
Y arrastrando los pies volvía para sonriéndole a esa curiosa manía de poner a los perros nombres de persona... pensando en sus ojos grises... y en cual sería su nombre.
1 comentario:
:) Es que es verdad... a mí también me gusta como escribes. Empieza una leyéndote y termina como dentro del texto. Pero no digo entre las letras, digo dentro de todas las cosas que describes, las escenas, los ambientes...
A mí me pasa, que pienso en escribir muchas cosas (mi vida es un blog :p), pero siempre lo dejó para después, porque nunca tengo tiempo. Y cuando lo tengo, ya no me acuerdo cómo quería escribirlo. El día que sea libre...
Un beso!
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