En uno de esos amagos de "me voy a vivir a Madrid" una de mis salmantinas en el exilio preferida me dijo: "aunque llevas años viniendo mucho y algunas cosas ya no te resultarán tan sorprendentes hazte un blog y vas contando día a día los primeros meses, están cargados de descubrimientos y sensaciones nuevas"... y hoy lo he recordado sentada en el metro (qué cinematográfico, no?)... ese metro en el que me guio por colores, pero me guio... sola... y después rodeada de gente... pero igualmente sola.
Un nuevo blog no, pero si una etiqueta "madrid".
La puerta de La casa del libro parecía un relato de Millás, con el hombre que regala poemas, el vendedor de La Farola, un trabajador en la entrada disfrazado de momia o similar... y las reacciones de la gente que no para de pasar... gente de todos los tipos y condiciones habidas y por haber.
Al fin visito ese bar del que tanto me han hablado... no es para tanto... las tapas son abundantes pero las sirven con bastante poco cariño, como si estuvieran dando de comer a ganado... y es incómodo tan lleno de gente... aunque siempre debe de estar así, las tapas son abundantes, he dicho.
Nosotras ibamos en busca de Peñalolen y otro montón de rinconcitos suavemente ondulados, lunas, certezas e incertidumbres a la luz de una vela... pero en su lugar encontramos poesía, una cara conocida sobre el escenario que trae noticias de nuevos y lindos proyectos... y ritmos calmados. Después el propio autor le da voz a esos poemas que compré hace un par de meses y aun están esperándo en alguna de las pilas de libros pendientes de mi cuarto en Salamanca... y de su guitarra salen nubes... costumbres... hombres con saxofón y bálsamos para el pánico (canción salvavidas, la llamaría yo... me la quedo para estos días).
Madrid nunca duerme, además todavía es prontísimo... paseo bajo la llovizna... próximo destino: Lavapiés... viaje transatlántico... rock y folclore... tan pronto un ská como una chacarera... y yo sigo tan rodeada de gente... pero igualmente sola.
Un nuevo blog no, pero si una etiqueta "madrid".
La puerta de La casa del libro parecía un relato de Millás, con el hombre que regala poemas, el vendedor de La Farola, un trabajador en la entrada disfrazado de momia o similar... y las reacciones de la gente que no para de pasar... gente de todos los tipos y condiciones habidas y por haber.
Al fin visito ese bar del que tanto me han hablado... no es para tanto... las tapas son abundantes pero las sirven con bastante poco cariño, como si estuvieran dando de comer a ganado... y es incómodo tan lleno de gente... aunque siempre debe de estar así, las tapas son abundantes, he dicho.
Nosotras ibamos en busca de Peñalolen y otro montón de rinconcitos suavemente ondulados, lunas, certezas e incertidumbres a la luz de una vela... pero en su lugar encontramos poesía, una cara conocida sobre el escenario que trae noticias de nuevos y lindos proyectos... y ritmos calmados. Después el propio autor le da voz a esos poemas que compré hace un par de meses y aun están esperándo en alguna de las pilas de libros pendientes de mi cuarto en Salamanca... y de su guitarra salen nubes... costumbres... hombres con saxofón y bálsamos para el pánico (canción salvavidas, la llamaría yo... me la quedo para estos días).
Madrid nunca duerme, además todavía es prontísimo... paseo bajo la llovizna... próximo destino: Lavapiés... viaje transatlántico... rock y folclore... tan pronto un ská como una chacarera... y yo sigo tan rodeada de gente... pero igualmente sola.
¿Y a mi quién me acompaña a casa? ... qué pequeñita me siento en Madrid.
5 comentarios:
Jara , he pasado mil veces por eso de "qué pequeñita me siento en Madrid" y me da vértigo, pero a la vez me encanta. Es mi cura anual, una cita a la que no falto, aunque no deje de sentirme "pueblerina". No hay nada como callejear por sus calles, que me parecen todas avenidas, jajajaja.
Bueno, ya me contarás más adelante tus sitios de tapas para probarlos en Diciembre. Besos mil. OLGA.
¡Hola! :)
Bueno, puede que yo no pinte nada escribiendo aquí; pero sólo quería decirte que todos nos hemos sentido pequeñitos alguna vez en cualquier sitio, lo mejor es que luego vas absorviendo como una esponja todo lo de tu alrededor, y te haces GRANDE, más grande aún que esa pequeñez en la que te veías sumergida antes :)
Madrid es grande; pero seguro que tú lo eres un poquito más!
Suerte, y ánimo con ese metro!;)
Belén.
bueno, el sitio de las tapas se habrá masificado demasiado... a mi también me desencantó (vamos, espero que estemos hablando del mismo?)
olga73... cualquier sitio es bueno... mira que casualidad he tenido en Preciados :)
xawina... muchas gracias por tus palabras ;)
síl... este sitio era "El tigre"... lo conocias? Yo creo que era la primera vez que iba :S
Me encantó esa noche... la primera parte, mágica, tanto como la describes tu, y la segunda, curiosa...
Tengo la sensación de que, al fin y al cabo, siempre volvemos solas a casa, aunque cualquiera se ofreciera a acompañarnos. Y eso lo tenemos que conseguir cambiar desde dentro :/
Beso.
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