Llego unos minutos tarde pero aún no ha empezado la función... olvidaba los retrasos de rigor... me coloco justo en la puerta del estanco, y minutos después, cuando me doy cuenta de la cantidad de gente que entra al establecimiento, recuerdo que hoy se celebra el día sin tabaco... que paradoja.
Me entretengo escribiendo mensajes en el móvil que nunca envio, y observando a la gente pasar. A la izquierda hay un grupo de cuatro o cinco personas que vienen a lo mismo que yo, y eso me tranquiliza, no estoy yo sola, pero me entristece, somos muy pocos. No les digo nada, ni ellos a mi. A la derecha (totalmente casual lo de las lateralidades, qué cosas) algunos políticos, miembros de la organización del evento y periodistas y fotógrafos que saludan a diestro y siniestro... dos hombres que no reconozco pero parecen periodistas, o al menos acreditados, saludan a una mujer que si reconozco (nadie en el siglo XXI se sigue peinando así)... y yo me paro a recordar mis breves días en la prensa local y aquel periodismo de buena cara a todo el mundo y agenda bien nutrida.
Frente a mi, en el centro (aunque ellos dirían que están a la izquierda) unos hombres reparten folletos, abanicos y caramelos rojos... lo tienen dificil en una ciudad tan azul como esta... se ganan bastantes malas miradas de la gente al pasar... yo acepto el abanico que me ofrecen y lo meto en el bolso al no encontrar ninguna papelera de reciclaje cercana, educada que es una... el grupo de la izquierda charla del tema con uno de ellos.
Aparece la policía local, parece que la cosa va a empezar... pero al final deciden marcharse. La única chica que había entre ellos se dirige a mi y me dice que nos vemos mañana... yo continuo con el estudio sociológico... y cuando quiero darme cuenta ya han entrado todos a la sala y yo ni me he enterado de que había llegado "ella".
Entonces aparece una antigua compañera de clase con la entrada de la mano, le cuento mis sensaciones de minutos antes y al escucharme soltar por la boca lo que me golpeaba en la cabeza, justo en ese momento, decido marcharme, con mi acreditación guardada en el bolso, yo iba a otra cosa y toda esa gente iba a estar dentro... y eso ni es cultura ni es periodismo... es el teatro de la vida... mientras el verdadero teatro es escombros.
Me entretengo escribiendo mensajes en el móvil que nunca envio, y observando a la gente pasar. A la izquierda hay un grupo de cuatro o cinco personas que vienen a lo mismo que yo, y eso me tranquiliza, no estoy yo sola, pero me entristece, somos muy pocos. No les digo nada, ni ellos a mi. A la derecha (totalmente casual lo de las lateralidades, qué cosas) algunos políticos, miembros de la organización del evento y periodistas y fotógrafos que saludan a diestro y siniestro... dos hombres que no reconozco pero parecen periodistas, o al menos acreditados, saludan a una mujer que si reconozco (nadie en el siglo XXI se sigue peinando así)... y yo me paro a recordar mis breves días en la prensa local y aquel periodismo de buena cara a todo el mundo y agenda bien nutrida.
Frente a mi, en el centro (aunque ellos dirían que están a la izquierda) unos hombres reparten folletos, abanicos y caramelos rojos... lo tienen dificil en una ciudad tan azul como esta... se ganan bastantes malas miradas de la gente al pasar... yo acepto el abanico que me ofrecen y lo meto en el bolso al no encontrar ninguna papelera de reciclaje cercana, educada que es una... el grupo de la izquierda charla del tema con uno de ellos.
Aparece la policía local, parece que la cosa va a empezar... pero al final deciden marcharse. La única chica que había entre ellos se dirige a mi y me dice que nos vemos mañana... yo continuo con el estudio sociológico... y cuando quiero darme cuenta ya han entrado todos a la sala y yo ni me he enterado de que había llegado "ella".
Entonces aparece una antigua compañera de clase con la entrada de la mano, le cuento mis sensaciones de minutos antes y al escucharme soltar por la boca lo que me golpeaba en la cabeza, justo en ese momento, decido marcharme, con mi acreditación guardada en el bolso, yo iba a otra cosa y toda esa gente iba a estar dentro... y eso ni es cultura ni es periodismo... es el teatro de la vida... mientras el verdadero teatro es escombros.
1 comentario:
pero haceis falta todos ahí dentro,los que van mirar y los que van por sentimiento. No te vayas nunca y menos si tu opción es la correcta. Besos. OLGA.
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