La mariposa (no podía ser otro animal, no, tenía que ser una mariposa) me levantó la cicatriz de una herida mal curada, casi enquistada desde hace cinco años... y sin anestesia.
Después vino ANSIEDAD, agarré mi libreta y lo escribí en mayúsculas bien grandes, lentamente y respirando hondo intentando aplastarla... mientras el taburete de Andrés rechinaba... y yo estaba justo ahí, en la nada.
Lloré por los ojos y por la garganta... las lágrimas de "Lo dudo" fueron una caricia, mientras algo seguía creciendo en mi estómago y sólo me dejaba fijarme por momentos en los coros, la sonrisa y la mano lenta de Óscar, el brillo de Alberto Navales o cómo en Andrés los nervios daban paso a la entrega.
Después vino ANSIEDAD, agarré mi libreta y lo escribí en mayúsculas bien grandes, lentamente y respirando hondo intentando aplastarla... mientras el taburete de Andrés rechinaba... y yo estaba justo ahí, en la nada.
Lloré por los ojos y por la garganta... las lágrimas de "Lo dudo" fueron una caricia, mientras algo seguía creciendo en mi estómago y sólo me dejaba fijarme por momentos en los coros, la sonrisa y la mano lenta de Óscar, el brillo de Alberto Navales o cómo en Andrés los nervios daban paso a la entrega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario