Siempre ha habido un ordenador en mi casa, según se iban quedando viejos en la empresa de mi padre nos los traian a casa con unos cuantos juegos, ms-dos, la pantalla verde, los disketes de 5'25" pulgadas.
Después llegó la época en la que iba los viernes al ciber con las amigas del instituto a entrar en chats y empezar a navegar.
Mi hermano ya era universitario y pusimos internet en casa... el irc, las listas de correos, los libros de visitas, los foros... y los intercambios de mail para seguir charlando en el messenger.
Y con la web dospuntocero (2.0)... el fotolog, los blogs... y las redes sociales: myspace, facebook, tuenti.
Hay quien dice que vivimos esclavizados ante el ordenador, y no le falta razón. Se ha convertido en una parte de nuestras vidas, es inmensa la cantidad de gente que he conocido gracias a este chisme... y con la que me ha permitido mantener el contacto que de otra manera habría perdido... o retomarlo después de años... como hoy.
Hoy que después de meses he vuelto al tuenti y me he encontrado con una invitación de Javi, aquel chico vasco que conocí el verano de 2001 en Galway.
Hay quien dice que vivimos esclavizados ante el ordenador, y no le falta razón. Se ha convertido en una parte de nuestras vidas, es inmensa la cantidad de gente que he conocido gracias a este chisme... y con la que me ha permitido mantener el contacto que de otra manera habría perdido... o retomarlo después de años... como hoy.
Hoy que después de meses he vuelto al tuenti y me he encontrado con una invitación de Javi, aquel chico vasco que conocí el verano de 2001 en Galway.
Y nos hemos intercambiado los mails para seguir charlando en el messenger... como si estuvieramos tomándonos una Murphy's en el Manhattan.
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