3 de marzo de 2012

¡A galopar! - J. Carbonell en el Periódico de Aragón

Estuve comiendo con Paco Ibáñez. Se vino a Zaragoza para estar un rato conmigo y hablarme de Labordeta. Para una biografía de mi compañero, maestro y amigo que aparecerá en septiembre. Quiero que entiendan la impresión que supone para alguien que creció escuchando "La poesía es un arma cargada de futuro", tener al maestro delante de ti. Gracias a Paco Ibáñez decidí que quería cantar. Lo que había que cantar.

Le pregunté si le abrumaba ser una estatua. Se lo dije así. Me respondió riéndose: "De vez en cuando hay que hacer un poco el bobo para no parecer esa estatua", me dijo. "Hay que evitarlo todos los días". Porque como símbolo que es, sufre el acoso aunque no el derribo: el Ayuntamiento de Valladolid le quiso contratar hace poco. Normal. Pero entonces recordó que ahí reina un alcalde que no hace mucho vejó con sus insultos a las mujeres. Y Paco llamó y rechazó el contrato: "No quiero ir. No me van a utilizar". Por ética. "Yo me metí en esto de la canción por un impulso", me comentó. Con maestros como Brassens, del que fue amigo. "Lo mismo que Labordeta, del que me considero su "hermaño", me comentó.

Nos paraban por la calle. Le saludaban; le daban besos y abrazos por las calles. Paco esta habituado pero le insufla energía tanto cariño. Como a todos. Le saluda un corso en el restaurante. De Córcega. ¡Y una señora le vio en Japón! Este hombre invento en España la canción de autor. Trajo el compromiso a la musica. A sus 77 años sigue de pie cantando todavía ¡A galopar!

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