20 de octubre de 2011

mi tiempo y los conciertos

Desde hace un tiempo vuelvo a llevar reloj. Entro a las 8 de la mañana a trabajar (que no es entrar a en punto por la puerta de mi centro de trabajo, no, es estar a esa hora en mi puesto lista para empezar, con mi uniforme y todo preparado, con la prueba de sonido hecha, vamos). Lo que quiere decir que madrugo, no diré mucho por que hay otros que lo hacen más, lo dejaré en bastante (aunque para mi es un suplicio, la verdad).

Por otro lado, día a día se suman conciertos a mi agenda: Jueves de autor, Corrillo, Santa Ana, Micro Abierto... y se restan ilusiones y ganas... Así es que he decidido tratarme de esta sobredosis, filtrar, ser consecuente y hacer un poco de caso a mi rigor (y me lo escribo aquí, que es como pensar en voz alta).

Me faltan horas de sueño, y en este tipo de eventos, que cada vez empiezan más tarde, suelo perder entre media hora y una entera esperando a que empiecen. Por sistema siempre media hora más tarde de la anunciada, todos lo sabemos... y no hablemos de los días que hay fútbol.

Es gracioso cómo se especifica la puntualidad cuando por motivos de la sala o de un espectáculo posterior tiene que ir todo en su sitio... y se da por hecho ese lapso de tiempo que todos los asistentes invierten resignados, y los responsables del evento no valoran ni respetan.

Si esta semana voy a ir a dos conciertos y la que viene a tres... perderé entre 2 y 3 horas en esperas... y dicho así, cantautores del mundo, entiendanme, da pereza.


También he decidido no volver a comprar discos previo pago de comisiones bancarias... pero eso es otra historia.

1 comentario:

Ana Belchí dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Jara.

Hace tiempo que dejé de asistir a conciertos precisamente por eso. Creo que cuando uno es más joven no le importa perder esos tiempos, los valoras menos. Pero a medida que transcurren los años uno sabe el precio que paga por esos retrasos.

Besotes
Ana