Son algo más de las seis de la tarde, estoy sola en el trabajo y hasta las siete no llega el siguiente paciente. Tengo algunos papeles pendientes, historias clínicas, test y evaluaciones por hacer apartados en una esquina de la mesa improvisada. La ventana está entreabierta y deja asomar aire fresco y el trino de algunos pájaros. Al fondo de la sala el tic-tac de un reloj, y de fondo viejas canciones sonando en la radio. Entre mis manos el libro de Montserrat Villar me saluda con una foto de la que oí hablar hace unos meses.
He seguido el proceso mas o menos de cerca, de un tiempo a esta parte coincidimos con música y poesía de por medio. Amigos comunes que nos convierten en amigas. Ella me hablaba del prólogo, de los nervios, del disco... y de sus poemas. No se sabe vender, le decía yo. Estos días he leido de ella misma cosas como que "deja mal sabor de boca" o que son las aportaciones de otros las que dignifican su trabajo.
Se equivoca al autoevaluarse así, sus poemas tienen la capacidad de remover las entrañas del lector, emocionan, tienen identidad propia. Y dónde digo identidad he tachado vida, por que están fríos, huecos y muertos, como la piedra.
Añaden valor a sus letras un cd con Andrés Sudón y Fernando Maés poniendo el toque musical, un prólogo de Aute cargado de cariño, verdad, cercanía y agradecimiento de esos que tanto escasean a día de hoy, y un poema de Albalate rezuma consejo de conversacion de amigos a altas horas de la mañana... Es peligroso asomarse -lo sabes- / más allá del tiempo del poema... pero son sus fríos y húmedos poemas los protagonistas.
Algunos ya los había oido de su boca, recuerdo como tirité en el Savor al ver caer las plumas de "No ha venido". Me veo ligeramente entre la sombra de la muerte en su cotidianeidad en poemas como "No te llamo" o "Huellas". Me estremece el eco eterno y lejano del vacío uterino inundándolo todo. Encojo, me ensancho, me aplasta el desencanto... cierro el libro y sale un suspiro... de mármol.
He seguido el proceso mas o menos de cerca, de un tiempo a esta parte coincidimos con música y poesía de por medio. Amigos comunes que nos convierten en amigas. Ella me hablaba del prólogo, de los nervios, del disco... y de sus poemas. No se sabe vender, le decía yo. Estos días he leido de ella misma cosas como que "deja mal sabor de boca" o que son las aportaciones de otros las que dignifican su trabajo.
Se equivoca al autoevaluarse así, sus poemas tienen la capacidad de remover las entrañas del lector, emocionan, tienen identidad propia. Y dónde digo identidad he tachado vida, por que están fríos, huecos y muertos, como la piedra.
Añaden valor a sus letras un cd con Andrés Sudón y Fernando Maés poniendo el toque musical, un prólogo de Aute cargado de cariño, verdad, cercanía y agradecimiento de esos que tanto escasean a día de hoy, y un poema de Albalate rezuma consejo de conversacion de amigos a altas horas de la mañana... Es peligroso asomarse -lo sabes- / más allá del tiempo del poema... pero son sus fríos y húmedos poemas los protagonistas.
Algunos ya los había oido de su boca, recuerdo como tirité en el Savor al ver caer las plumas de "No ha venido". Me veo ligeramente entre la sombra de la muerte en su cotidianeidad en poemas como "No te llamo" o "Huellas". Me estremece el eco eterno y lejano del vacío uterino inundándolo todo. Encojo, me ensancho, me aplasta el desencanto... cierro el libro y sale un suspiro... de mármol.
Tríptico de Mármol está publicado en Huerga & Fierro.
El próximo sábado 15 de mayo se presentará en la feria del libro, con la presencia de Montserrat Villar, Luis Eduardo Aute, Antonio Marín Albalate,
Fernando Maés, y Andrés Sudón.
1 comentario:
Cuéntame mássss... estoy acrobateando estos días.
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