Ismael Serrano
Palacio de Congresos de Castilla y León, 15/01/09
La crónica del anterior concierto de Ismael en Salamanca, hace cuatro años, la empecé así:
Y esta vez me ha vuelto a pasar lo mismo, hice todo un seguimiento de la promoción, de los carteles, las apariciones en prensa escrita, y las entrevistas y cuñas en radios locales… me temía poca afluencia, y al final la cosa no estuvo tan escasa, unas 600 personas soñaban despiertas en el Palacio de Congresos.
Para mi volvió a ser una delicia la visita a Peumayén, siempre lo es, pero esta vez más aún que las anteriores. Con esta han sido ocho las veces que he visto a Ismael en esta gira, pero en ninguna fue tanta la cercanía, ni en Salamanca, ni con mi madre en el asiento de al lado.
He ido viendo crecer el espectáculo, desde el primer concierto en Donosti en octubre de 2007, después Madrid, Guadalajara, L’Hospitalet por partida doble y otro doblete en Madrid. Se han ido sucediendo los cambios en el set-list, las versiones de Cambalache o La Cigarra, las historias entre canción y canción como la carta del naufrago y los añadidos en el atrezzo: la radio, los disfraces inimaginables de Bergia, la pluma y sus animalitos diversos… el abrigo, la maleta y el sombrero.
El jueves el repertorio fue casi el mismo que el del día 21 en Madrid, salvo porque no cantó Ana y en lugar de Amo tanto la vida tocó Ya nada es lo que era. Ya no habló de Penélope ni del marinero que marchó, en su lugar presentó Sesión contínua con un monólogo ochentero (y yo sin saber quien es Citronio… cosas de nacer en el `83). Volvió a recibir la carta del náufrago con profesionalidad y sorpresa, pero no le contestó. Confesó no saber que pasa con la chica de Recuerdo, pero adelantó lo que algún día pasará… para mi uno de los momentos mas bonitos del concierto.
Cómo el mismo decía en Principio de Incertidumbre “cada canción es diferente simplemente por que tu estas a mi lado, cada concierto es diferente por que tu lo escuchas, por que tu cantas conmigo”, a lo que yo añado que cada concierto es diferente para cada uno de los asistentes... hay quien opina que el jueves estuvieron (tanto él como la banda) fríos y como desencantados con el público. Sin embargo para mi no fue así, claro que, estuve en primera fila y eso tiene mucho que ver, a apenas 3 metros de él se vive de otra manera (aunque haya un atril de por medio al que a mi tampoco me gusta que recurra tanto).
Es extraño lo que me ocurre últimamente, el martes fui a un concierto y no estuve… el jueves fui al Palacio de Congresos pero, por culpa de esos tres metros, por momentos estuve en algún pequeño bar madrileño, en el Libertad, o en la Redacción… captando pequeños detalles, cruzando miradas, cómplice, compartiendo sonrisas.
Yo en los noventa no iba a esos bares pero voy ahora y, de vez en cuando, me acompañan amigos para quien todo eso es nuevo... y me encanta ver su reacción. Lo mismo ocurrió el jueves con mi madre. Ella sólo había visto a Ismael una vez de la que hace mas de cinco años, además aquel día fue en formato acústico sólo con Fredy Marugán, bajo un manto de estrellas en un pueblecito perdido de Cáceres, algo íntimo y precioso pero muy distinto a los conciertos de los últimos años que yo le cuento emocionada al llegar a casa.
Durante todo el concierto ella me iba comentando detalles que yo le he contado año tras año y ella retiene… “Esta es la de la película no?” me dice cuando empieza a sonar Kilómetro cero (mientras yo pienso que a dúo con Bergia esa canción gana muchísimo… menos mal que después en Ya nada es lo que era se escucharon bien esos coros tan preciosos que él hace)… “esta es la tuya” me susurra con los primeros acordes de Vine del Norte… caricias como vacunas en El virus del miedo… “mucho mejor en directo que en el disco de la república” sentencia mientras aplaude a rabiar cuando termina Al bando vencido… sonríe “la de tu disfraz” en Tierna y dulce historia de amor.
Todo era una sorpresa para ella… pero también lo era para mí mirar de reojo y comprobar la emoción en su sonrisa… o que se sabía casi todas las canciones (sobretodo las de los primeros discos). Fue verdaderamente mágico escuchar Hay que vivir con su susurro al lado. Yo sabía que a ella le gustaba mucho Joan Baptista Humet, pero no que sentía predilección por esa canción… y, por alguna extraña razón, no le había contado que en Madrid Ismael ya la versionó. Nos miramos y nos entendimos… tanto ella como mi padre me han enseñado a vivir como en la canción, burlando al futuro y han hecho realidad los versos “darles a nuestros hijos, el credo y el hechizo del alba y el rescoldo en el hogar”… suspiramos y no nos dijimos nada, pero con los ojos nos lo dijimos todo.
Después de esto me quedé en una nube y no presté mucha atención a las canciones a dúo, Ya ves con Marugán y Recuerdo con Sureda… hasta que volvió Bergia al escenario con la botella del náufrago y se quedó solo ante el público porque Ismael salió un instante, para volver reconociendo lo que algunos ya habíamos notado, se encontraba indispuesto, estaba enfermo y necesitaba medicación y un suspiro. Después de la carta del náufrago llego Vértigo y se sucedieron las mas movidas para terminar el concierto con una verdadera fiesta, sin banderolas, pero una fiesta, con dobles bises y esas despedidas tan suyas… lleno de agradecimientos con los que ha inundado la gira... cuídense ustedes también de virus y astillas.
Y para terminar yo también quiero volver a dar las gracias...
Palacio de Congresos de Castilla y León, 15/01/09
La crónica del anterior concierto de Ismael en Salamanca, hace cuatro años, la empecé así:
“Mi preocupación por los carteles y la promoción era miedo a un Palacio de Congresos medio vacío que hiciera a Ismael y a Los Paraísos pensarse muy mucho lo de volver por aquí... y siempre está bien viajar para encontrar a viejos amigos por la geografía española... pero escucharlo en tu propia ciudad tiene otro encanto.”
Y esta vez me ha vuelto a pasar lo mismo, hice todo un seguimiento de la promoción, de los carteles, las apariciones en prensa escrita, y las entrevistas y cuñas en radios locales… me temía poca afluencia, y al final la cosa no estuvo tan escasa, unas 600 personas soñaban despiertas en el Palacio de Congresos.
Para mi volvió a ser una delicia la visita a Peumayén, siempre lo es, pero esta vez más aún que las anteriores. Con esta han sido ocho las veces que he visto a Ismael en esta gira, pero en ninguna fue tanta la cercanía, ni en Salamanca, ni con mi madre en el asiento de al lado.
He ido viendo crecer el espectáculo, desde el primer concierto en Donosti en octubre de 2007, después Madrid, Guadalajara, L’Hospitalet por partida doble y otro doblete en Madrid. Se han ido sucediendo los cambios en el set-list, las versiones de Cambalache o La Cigarra, las historias entre canción y canción como la carta del naufrago y los añadidos en el atrezzo: la radio, los disfraces inimaginables de Bergia, la pluma y sus animalitos diversos… el abrigo, la maleta y el sombrero.
El jueves el repertorio fue casi el mismo que el del día 21 en Madrid, salvo porque no cantó Ana y en lugar de Amo tanto la vida tocó Ya nada es lo que era. Ya no habló de Penélope ni del marinero que marchó, en su lugar presentó Sesión contínua con un monólogo ochentero (y yo sin saber quien es Citronio… cosas de nacer en el `83). Volvió a recibir la carta del náufrago con profesionalidad y sorpresa, pero no le contestó. Confesó no saber que pasa con la chica de Recuerdo, pero adelantó lo que algún día pasará… para mi uno de los momentos mas bonitos del concierto.
Cómo el mismo decía en Principio de Incertidumbre “cada canción es diferente simplemente por que tu estas a mi lado, cada concierto es diferente por que tu lo escuchas, por que tu cantas conmigo”, a lo que yo añado que cada concierto es diferente para cada uno de los asistentes... hay quien opina que el jueves estuvieron (tanto él como la banda) fríos y como desencantados con el público. Sin embargo para mi no fue así, claro que, estuve en primera fila y eso tiene mucho que ver, a apenas 3 metros de él se vive de otra manera (aunque haya un atril de por medio al que a mi tampoco me gusta que recurra tanto).
Es extraño lo que me ocurre últimamente, el martes fui a un concierto y no estuve… el jueves fui al Palacio de Congresos pero, por culpa de esos tres metros, por momentos estuve en algún pequeño bar madrileño, en el Libertad, o en la Redacción… captando pequeños detalles, cruzando miradas, cómplice, compartiendo sonrisas.
Yo en los noventa no iba a esos bares pero voy ahora y, de vez en cuando, me acompañan amigos para quien todo eso es nuevo... y me encanta ver su reacción. Lo mismo ocurrió el jueves con mi madre. Ella sólo había visto a Ismael una vez de la que hace mas de cinco años, además aquel día fue en formato acústico sólo con Fredy Marugán, bajo un manto de estrellas en un pueblecito perdido de Cáceres, algo íntimo y precioso pero muy distinto a los conciertos de los últimos años que yo le cuento emocionada al llegar a casa.
Durante todo el concierto ella me iba comentando detalles que yo le he contado año tras año y ella retiene… “Esta es la de la película no?” me dice cuando empieza a sonar Kilómetro cero (mientras yo pienso que a dúo con Bergia esa canción gana muchísimo… menos mal que después en Ya nada es lo que era se escucharon bien esos coros tan preciosos que él hace)… “esta es la tuya” me susurra con los primeros acordes de Vine del Norte… caricias como vacunas en El virus del miedo… “mucho mejor en directo que en el disco de la república” sentencia mientras aplaude a rabiar cuando termina Al bando vencido… sonríe “la de tu disfraz” en Tierna y dulce historia de amor.
Todo era una sorpresa para ella… pero también lo era para mí mirar de reojo y comprobar la emoción en su sonrisa… o que se sabía casi todas las canciones (sobretodo las de los primeros discos). Fue verdaderamente mágico escuchar Hay que vivir con su susurro al lado. Yo sabía que a ella le gustaba mucho Joan Baptista Humet, pero no que sentía predilección por esa canción… y, por alguna extraña razón, no le había contado que en Madrid Ismael ya la versionó. Nos miramos y nos entendimos… tanto ella como mi padre me han enseñado a vivir como en la canción, burlando al futuro y han hecho realidad los versos “darles a nuestros hijos, el credo y el hechizo del alba y el rescoldo en el hogar”… suspiramos y no nos dijimos nada, pero con los ojos nos lo dijimos todo.
Después de esto me quedé en una nube y no presté mucha atención a las canciones a dúo, Ya ves con Marugán y Recuerdo con Sureda… hasta que volvió Bergia al escenario con la botella del náufrago y se quedó solo ante el público porque Ismael salió un instante, para volver reconociendo lo que algunos ya habíamos notado, se encontraba indispuesto, estaba enfermo y necesitaba medicación y un suspiro. Después de la carta del náufrago llego Vértigo y se sucedieron las mas movidas para terminar el concierto con una verdadera fiesta, sin banderolas, pero una fiesta, con dobles bises y esas despedidas tan suyas… lleno de agradecimientos con los que ha inundado la gira... cuídense ustedes también de virus y astillas.
Y para terminar yo también quiero volver a dar las gracias...
Gracias por la tela de ánimos, por hacer realidad vuelos y sueños.
5 comentarios:
;)
Ahora mismo en mis feed Jara... Acabo de descubrirlo... Felicidades por esa capacidad de escribir y enganchar que Dios te ha dado... ;)
Cuando algún día acabe de activar mi blog, te tendré la primera en favoritos. Muas!!
Jarita, me hiciste emocionar... y sólo son las 8 de la mañana! Si ya hice bien yo en hacerme mánager tuya :P
A ver si algún día la chica de Recuerdo le planta el besazo ya de una vez ;) -a ver si se atreve-
Mirala a tu madre!yo creo que sería una buena friki para las huidas, no? ;)
pd. me encanta la foto 3 :)
beeeeesos!
Me ha emocionado a mí también. Lo has bordado.
No sabía dónde firmar, si en el foro o aquí, pero es que es tan personal la crónica que indudablemente te escribo aquí. Qué precioso cómo lo has narrado, y cómo sucedió.
...y sin embargo, me pregunto si os quedásteis a esperarle después, si tu madre dijo algo, etc. Jeje.
Una pena haber faltado. Gracias por acercanos al concierto, Jara.
Besos
jara, gracias por alimentar siempre la ilusion, me ha encantado tu cronica
Un beso, may
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