31 de octubre de 2010

Mayalde y la identidad

30/10/10 - Mayalde. XIII Otoño Mágico en el Valle del Ambroz.
II Fiesta de la Trashumancia. La Garganta.


Yo debía de estar en 4º o 5º de EGB y fuimos de excursión al Teatro de Caja Duero, a ver a los, por entonces dúo, Mayalde. Escribí una redacción que a la profesora le encantó, me quedé impresionada con la canción del herrero o el herrador, con un yunque... por aquel entonces yo no le daba importancia a las canciones de mi abuelo, era la nieta de Salamanca que iba al pueblo sólo de visita.

Han pasado más de 15 años, mi abuelo ya no está, y desde hace un año he entrado en el día a día del pueblo materno, el paterno, y todos los de la comarca donde están mis pacientes.

Precisamente ahí, en La Garganta, está uno de mis favoritos, Ramón que, pese a su alzheimer, se acuerda de aquellos tres albarderos que subían desde Hervás a la casilla de la tía Eugenia a hacer reparaciones y nuevos encargos. No recuerda como se llaman sus hijas o sus nietos, pero me cuenta, mientras hacemos los ejercicios, que Daniel era el más delgado, que les gustaba el vinillo y le mandaban a la bodega a por una "botellilla", que eran muy alegres y cantaban mientras cosían. Y vuelve... una y otra vez, a contármelo "es como si les estuviera viendo ahora mismo, y tú eres igual de maja que ellos", dice mientras se le iluminan los ojos y a mi la sonrisa.

Se me hincha el alma. Soy de "los albarderos", nieta del Severiano, de la hija que se fue a Salamanca. Me apena que de albarderos solo nos quede el nombre, mis tíos los mayores hicieron alguna pero no siguieron con el oficio, ya nadie tiene burros... y para los nietos no es más que una anécdota.

Ayer salí tocada por las palabras de Eusebio. Por la carretera a Puerto de Béjar, pensando en Ramiro, su burra y las 30 chaquetas me juré a mi misma que voy a recopilar las herramientas de mi abuelo, aprender a coser, a tocar las gaitas de hueso que hacía tío Sebastián, mi tercer abuelo, y a recoger aquellas canciones y no dejar que se mueran. Agarrar papel y boli y sentar a mis tíos, no quedarme sólamente con los estribillos en las grandes reuniones familiares.

En casa del albardero tienen un guarrapo cano, ... ay Tomasa! ay Martín! Yo no sé lo que me pasa cuando toco el tamboril!

Al entrar en Cabezuela, lo primero que se ve, son las escuelas modernas, si nos las quieren hacer...

Efectivamente, hay muchas maneras de estar con los que ya se fueron, y la música como transporte resultó tan mágica como los colores del valle ayer por la tarde en la fría nave de la que terminó saliendo humo, gracias Mayalde, por la dosis de identidad a golpe de jota y galope entre latas, tijeras, calderos y mesas vacías.

2 comentarios:

miviajesideral dijo...

Mayalde! los vimos en agosto en un pueblecito de la sierra de francia, dándolo todo a golpe de caldero, rascando botella y demás ;)

Cristy dijo...

Hola, acabo de leer esto aunque hace mucho tiempo que lo escribiste, yo soy nieta de otro albardero Justiniano hermano de Daniel y Severiano.