24 de julio de 2012

un martes de verano cualquiera...

... trabajo jornada partida, salgo a media tarde y cojo el coche ardiendo al sol, bajo las ventanillas, enciendo el motor y el aire acondicionado, me pongo el cinturón de seguridad y enciendo el reproductor de música.

Me sorprenden unos violines cómo la primera vez, no reconozco la canción, no se si crece o se encoje... segundos después, mientras espero en el semáforo para girar a la izquierda, descubro que se expande hacia el final entre tarareos.

Pocos metros más allá paro el coche en una sombra y escucho la canción desde el principio... tu mirada de aire y de agua fría... esa piel donde todo estaba escrito... tu pecho cómo un pájaro asustado... beso despacio el sueño, callo y bebo.

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