Me pasé las vacaciones madrugando para aprovechar bien los días. Es casi una hora más tarde, hace frío y no llevo mi fiel polar verde.
Me da los buenos días el fontanero del taller que hay frente a mi casa, no son los pájaros, ni la luna, ni ninguno de esos peregrinos a los que el día anterior intenté aliviar sus dolores con mis manos y unas vendas de colores... es el fontanero de siempre.
Andrés Suárez sonaba mejor en el coche de mi gallega favorita, de camino a su Coruña profunda.
Sigo cojeando... y tarareando.
Tengo pendiente escribir algo de la magia suspirada y cantada domingo y lunes en Madrid.
Me pongo al día en el trabajo, aterrizando en el día a día... en una canción.
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